Como en cada ocasión que
se acercan unas elecciones, salta a la palestra la supuesta facilidad al acceso
a la nacionalidad española, lo que habría permitido que nuestra ciudad, junto
con la de Melilla, se hubiera plagado de unos españoles que vienen exclusivamente
a aprovecharse de nuestro supuesto estado de bienestar social.
Ahora el Partido Popular,
viéndose desbordado por la extrema derecha que parece arrebatarle parte de su
granero de votos, decide que es necesario modificar un Código Civil que, según
el Sr. Imbroda, permite a las madres de los niños marroquíes que nacen en el
hospital de Melilla solicitarles la nacionalidad española cuando cumplen los 18
años. Petición que piensa llevar a su reunión con el Presidente del Gobierno Español, Sr. Sánchez,
en su próxima visita.
A esta petición se ha
unido el Desgobierno el Sr. Vivas, que a través del Vocero en la rueda de
prensa del consejillo semanal alegaba que la asistencia sanitaria a las mujeres
de parto: ”conlleva unas repercusiones a nivel de Código Civil, a nivel
legislativo que creemos que deben ser reflexionadas, al menos para impedir que
esa solidaridad sanitaria que tenemos con poblaciones limítrofes pueda
convertirse después en un derecho que probablemente no sea el deseado, cuando
el legislador quiso legislar sobre el derecho a la nacionalidad. Es un tema que
deberá ser reflexionado”.
¿Pero que dice ese pérfido
artículo del Código Civil que permite tamaña osadía? ¿Cómo es posible que los
padres de la patria hayan legislado de tal forma que se autorice esa invasión
de quienes no son españoles a nuestras ciudades? En diciembre de 1990 se realiza la última
modificación del Código Civil en cuanto a nacionalidad, en la que se incluye un
cambio en la nacionalidad por filiación o nacimiento en España que el propio
preámbulo señala: “mención especial merece el último párrafo del artículo 17,
que difiere radicalmente del hasta ahora vigente. Se estima que la atribución
automática de la nacionalidad española por filiación o por nacimiento en España
es una consecuencia excesiva, y perturbadora muchas veces para el interesado,
cuando tales hechos se descubren después de los dieciocho años de edad, por
poder afectar entonces a personas cuya vinculación con España sea inexistente o
muy escasa. Más respetuoso con la realidad y con el interés del afectado es
limitar el derecho de éste a una eventual adquisición de la nacionalidad
española por opción.”
Y en esa reforma el artículo
17.2 queda de la siguiente forma: “La filiación o el
nacimiento en España, cuya determinación se produzca después de los dieciocho
años de edad, no son por sí solos causa de adquisición de la nacionalidad
española. El interesado tiene entonces derecho a optar por la nacionalidad
española de origen en el plazo de dos años a contar desde aquella
determinación.”
Es decir que para poder
optar a la nacionalidad española por este método, primero debe cumplirse que el
conocimiento del nacimiento en España se realice después de los 18 años, algo
difícil que se produzca cuando en nuestros hospitales se les da el certificado
de nacimiento en el momento del parto, y en segundo lugar deben cumplirse el
resto de condiciones que el Código Civil exige, ser hijo de padre o madre
española, o ser hijo de extranjero si uno de ellos ha nacido en España, o si
ambos padres carecen de nacionalidad. La modificación se realizó porque se otorgaba
la nacionalidad española obligatoriamente a quienes cumplieran estos
requisitos, sin tener en cuenta la opinión del afectado.
Según el Código Civil, al
menos el código español, no es suficiente nacer en España para ser español de
origen, se exigen otra serie de requisitos que en las circunstancias que
denuncia el Alcalde Presidente de Melilla no se producen. Entonces ¿a qué responde
este interés en denunciar un problema que no existe?
Desde el año 1990, el
Partido Popular (PP) ha gobernado nuestro país durante 15 años (1996-2004 y
2011-2018), en algunos casos con una mayoría suficiente para poder haber
llevado a cabo esa supuesta modificación que ahora exigen, durante casi treinta
años ha existido, según el PP, esta posibilidad de nacionalización y nada han
hecho, ni tampoco se ha dado ese número de concesión de nacionalidades (unas
mil anuales), ni siquiera por residencia se alcanza esos niveles a los que alude
el Sr. Alcalde Presidente de Melilla, quizás se han dado cuenta ahora, como
aquel técnico del GIL, metido a senador por el PP, que en este momento percibe que
en el puerto de Ceuta no existe una grúa, demostrando que cuando gobiernan solo
se miran el ombligo, no defienden el interés de quienes les eligen.
La invención del problema por
parte del PP se debe a que tiene una sangría de votos en las dos ciudades que
se está traspasando al partido de extrema derecha VOX, el que ya ha postulado
esa máxima de Trump, “los españoles primero”, o que la inmigración “no viene a
España a engrandecerla, sino a recibir
prebendas que muchos españoles no tienen”. Dado que este discurso racista, que
se extiende por el primer mundo, atrae a muchos de los votantes del PP, quieren
evitar esa pérdida convirtiéndose en adalid de la lucha contra la llegada del
moro. En el año 2017 se produjeron en Ceuta y Melilla, por todos los conceptos,
196 nacionalizaciones, muy lejos de esas dos mil que deberían existir por esos
nacimientos y en progresiva caída desde la última gran regularización de 2013.
Le recomendaría al PP que
recordara lo que le ocurrió apenas hace dos meses a la CSU que, en su intención
de atajar a la ultraderechista Alternativa Alemana, asumió el discurso
antiinmigración, pero los electores prefirieron el original a una mala copia.
Bien haría el PP en
solucionar los graves problemas que tienen Ceuta y Melilla, sobre todo cuando
gobiernan, y dejarse de inventar cuestiones que solo existen en sus mentes.
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