miércoles, 31 de octubre de 2001

Comunicaciones estables

Suele ser habitual el acudir a las frases grandilocuentes y a los grandes actos de fe cuando nos encontramos sumidos en situaciones como las que vivió Ceuta el pasado puente del "Pilar" con la comunicaciones con la península mas que mermadas. Y ahora que se acerca el próximo acueducto de los "santos" sería interesante reflexionar sobre el estado de la cuestión e ir buscando alguna que otra solución práctica que nos encamine hacia un definitivo remedio de los enlaces con la península.

Me parece de lo más estéril las declaraciones del llamado gobierno de la ciudad indicando que va a tomar cartas en el asunto para evitar el oligopolio en la travesía del estrecho, mi mayor respeto a su cabeza visible como profesional, pero como tal, bien sabe que las soluciones no pasan por enviar una queja al Tribunal de Defensa de la Competencia o reunirse con las compañías en busca de parches temporales que llevan a repeticiones de los problemas. Como bien sabes al buen profesional se le conoce por sus acciones y creo que en este asunto deben tomarse medidas por las autoridades locales para remediar este encallado problema.

En primer lugar creo que hay que realizar un análisis de cuales son las necesidades de comunicaciones marítimas. Las necesidades de los usuarios, no de las navieras, que son bien distintas y quizás hasta opuestas en algunos momentos. Desde mi pequeño entendimiento creo que habría que dividir las necesidades entre los siguientes grupos de clientes: a) las del turismo (¿existe?) que nos llega , sobre todo en verano, b) las de la Operación Paso del Estrecho, entre el quince de junio y el quince de septiembre, c) el transporte de mercancías (añadamos ahora las basuras, perdón, residuos sólidos urbanos), d) los grupos de trabajadores que vienen y van los fines de semana, e) los ceutíes en sus abandonos masivos de la ciudad ,y f) los habituales del estrecho (grupo de entre 500 y 1.000 personas que cruza el estrecho con una asiduidad superior a las tres o cuatro veces por semana). Tal vez se pudieran realizar otras clasificaciones, pero considero que cualquiera puede reflejarse en uno de estos grupos sin realizar un gran esfuerzo.

Pues bien cada grupo tiene unos intereses y unas necesidades distintas, pero para todos ellos se da la misma solución, como decía mi madre, "ya sabes, lentejas, quien las quiera las toma, quien no, las deja". Ahora mismo las embarcaciones que realizan la travesía del estrecho son las que cubren los intereses de las navieras, grandes barcos que permitan transportar grandes cantidades de personas y vehículos en el menor tiempo posible (cuando ellos lo deciden), al precio mas caro asignable. ¿Y a cuál de los grupos anteriormente descritos satisface con esas embarcaciones? Pues considero que fundamentalmente al grupo de la Operación Paso del Estrecho, que es el que mueve gran cantidad de personas y vehículos. Al resto de grupos descritos puede sacarles de un aprieto, pero no se adapta por completo a sus necesidades, sobre todo cuando las paradas anuales se hacen en periodos en los que son los ceutíes los que desean utilizar el transporte.

El transporte de mercancías necesita primordialmente barcos con precios asequibles y unos horarios que les permitan llegar a Ceuta y salir en el mismo día incluyendo el tiempo necesario para descargar y cargar. Los residuos sólidos urbanos deben embarcarse en buques especiales o que realicen trayectos solo con este tipo de mercancías. El tiempo de duración de la travesía no es determinante. Por lo que considero que deberían utilizarse barcos del tipo de los ferrys como el Ciudad de Ceuta, actualmente desestimados para realizar la travesía. Desconozco las causas.

Para el grupo de trabajadores que viene y van los fines de semana necesitan barcos rápidos, sólo de pasajeros que hagan el trayecto lo más rápidamente posible y con unos horarios que les permitan salir el viernes a mediodía y regresar el lunes por la mañana. Recuerdo lo bien que se iba en el Hydrofoil con capacidad para unas 100 personas, y con una duración de veinte minutos el viaje, atraque y desatraque en menos de cinco minutos. Tiempo total del viaje: treinta minutos, sí, treinta minutos en poner el pie en el puerto de Algeciras.

Para el grupo que denomino asiduos y en el que me incluyo lo que necesitamos son muchas rotaciones que nos permitan adaptarnos en nuestros viajes, sin tener necesidad de adaptar el viaje en función de las travesías del estrecho. Con lo que si a las rotaciones de los catamaranes unimos las de algún buque rápido y algún que otro pesado, el número de salidas serían suficientes para poder planificar nuestras idas y venidas con mayor elasticidad.

Para el grupo de ceutíes que abandonamos la ciudad en esos puentes y acueductos sencillamente exigir a las compañías el estricto cumplimiento de las normas de la venta de billetes. Si uno obtiene un billete para un trayecto determinado debe ser la compañía quien guarde esa plaza. Hoy en día los medios que poseen las navieras hacen factible esta posibilidad con una reserva central de plazas, ¿no era esa una de las razones por las que montaban el mal llamado "pool del estrecho"? (Ahí se nota la falta de la autoridad para hacer cumplir los contratos, un billete es un contrato). Además con el incremento de un par de naves más y el tener todas en servicio en estas fechas señaladas ayudaría a evitar estos problemas.

¿Y qué pintan las autoridades locales en este asunto? Considero necesaria la creación de una compañía naviera titularidad local que rompa con el monopolio de estas empresas que como buenas empresas capitalistas tan solo miran por su propio beneficio (aún recuerdo el lanzamiento de una reciente compañía, "somos de aquí y miramos por lo de aquí"; el segundo aquí, será su bolsillo). Compañía que muy bien podría desarrollarse a través de Procesa, y que con las ayudas europeas no nos provocaría un desajuste en el presupuesto de inversiones de nuestra economía. Que intentara dar respuesta a las necesidades del resto de grupos que cruzamos el estrecho, sobre todo el crear una alternativa que puedan utilizar los ceutíes. Tan sólo hay que utilizar la imaginación y a nuestras gentes capacitadas, que las hay y muy buenas para poder desarrollar este proyecto en interés de los ceutíes. Pero claro ésto sería intervenir en la economía, ser proactivos y decisivos buscando soluciones y eso.....

viernes, 12 de octubre de 2001

Travesía en el Estrecho

Son las 12 h 50 m y los altavoces de la estación marítima de Algeciras nos llaman para embarcar en el buque rápido de la compañía Buquebus Patricia Olivia. Iniciamos una nueva travesía que espera ser movida por el fuerte viento de Levante, pero estamos acostumbrados a los vaivenes que Eolo nos obliga a realizar, nuestros cuerpos aguantarán nuevos achuchones en este catamarán de lagos y mares interiores. Nada mas salir del refugio que nos da el puerto las olas nos balancean como una cunita de la noria, nos movemos a babor y estribor pues el doble casco del catamarán le hace más vulnerable a estos empujes del mar. La vuelta a casa parece que será más entretenida de lo acostumbrado aunque en otras ocasiones el oleaje y la furia del mar han sido más furiosos. Somos un juguete entre las olas. Tras una hora de pesado recorrido nos encontramos por fin frente a a la playa de Benítez, vemos la bocana, nuestros males parecen que pronto llegarán a su fin, que arribaremos a buen puerto en breves instantes.

De repente las luces se apagan, los televisores enmudecen, el aire acondicionado se para. El buque parece que se detiene, enfrente la bocana del puerto como una puerta del cielo. El barco inicia una ciaboga que nos coloca de cara al estrecho. Parece como si fuéramos a la deriva, sin control. Alguien comenta que con el Levante no podemos entrar pues debemos esperar a que salga algún buque, y que debemos colocarnos de esa forma para evitar el oleaje del otro barco. Seguimos con los motores parados, la corriente nos desplaza a su antojo. Un nuevo comentario indica que no hay ningún buque en la bocana. “¡Chocamos ! ¡Nos hundimos!” De repente pasajeros y parte de la tripulación se abalanzan hacia la popa con esos gritos.

La gente inicia los gritos, las carreras hacia el fondo del barco buscando una salida, una tabla de salvación. ¿Qué ocurre? Nos preguntamos despavoridos. Rápidamente por estribor encontramos la respuesta, a escasos metros (tres o cuatro) aparece la quilla de un petrolero anclado en la rada, su tripulación nos hace señas sobre la cercanía con la que pasamos, sus caras son de asombro, las nuestras de estupor. Realmente estamos a la deriva, aparece un miembro de la tripulación para solicitar calma entre el pasaje, nadie sabe lo que ocurre. Gritos de histeria, llantos, hay quien agacha la cabeza e inicia un rezo casi silencioso. Se oye una explosión en popa, una humareda surge tras el ruido y nuevamente gritos de pánico, ¡fuego! ¡fuego! Esta vez, es alguien del pasaje quien grita, calma, son los motores al ponerse en marcha. El barco parece moverse con algún sentido. Los pasajeros siguen en pié, en los pasillos mirando asustados por las ventanas, esperando que aparezca algún responsable para decir algo, para dar alguna explicación. Seguimos balanceándonos sobre las olas como un juguete.

Estamos frente a Ceuta, ahora alejándonos cada vez más, parece que el barco ha tomado rumbo a Algeciras. Nuevos murmullos en el pasaje, ¿qué sucede? ¿por qué volvemos? Nadie entiende nada. Aparece un remolcador de Sertosa e iniciamos el acercamiento en la bocana, empieza a terminar nuestra pesadilla. El barco responde a las instrucciones de su capitán y enfilamos hacia el puerto. Todavía tardaremos en atracar pues la maniobra se realiza como en los viejos tiempos a base de amarras, como lo hacía aquel vetusto Virgen de África, de madera pero aún seguro para estos trotes. Eso si por la megafonía nos informan que el buque está haciendo su entrada en el puerto de Ceuta, con al mayor normalidad del mundo.

Si debe se una normalidad para esta compañía el que por poco el único buque que tiene en esta travesía se estampe con un petrolero en la rada de Ceuta con unos 150 pasajeros a bordo. Debe ser normal pues no es la primera vez que este buque se queda parado en el estrecho en este mes.

Pero debe ser que el precio del billete que pagamos no es lo suficientemente elevado para pagar la seguridad de un buque. Ahora nos quedamos con solo un buque para hacer la travesía del estrecho.

jueves, 11 de octubre de 2001

Il Cavaliere

Se ha armado un buen revuelo con las declaraciones de Silvio Berlusconi, a la sazón primer ministro de Italia. Al parecer, según dicen las fuentes desinformadoras, al señor Berlusconi le han imputado ciertas afirmaciones que comparaban el Islam con el terrorismo, la superioridad de una raza sobre otra, es decir aseveraciones xenófobas que nunca son políticamente correctas.

Quizás si escucháramos las verdaderas observaciones que hizo Don Silvio (sí, el de Tele 5, el de las Mamma Chicho; el que legisla para no ser juzgado) parece ser que dijo los siguiente: "Hay que ser conscientes de la superioridad de nuestra civilización, que consiste en un sistema de valores que ha dado una gran prosperidad a los países que lo han abrazado y que garantiza el respeto a los derechos humanos y de la religión". Punto y final.
Ahora reflexionemos sobre sus palabras, las que más se acercan a lo que él dijo, pues traducciones y traslaciones dificultan el conocer su verdadera intención al expresarlas.

Personalmente, por más vueltas que le doy a la frase de marras, no encuentro en ningún momento tintes racistas o xenófobos. Creo que lo único que indica es una verdad de Perogrullo. El sistema político existente en occidente en el que se reconoce la soberanía popular es superior a otro que sigue extrayendo su poder del orden divino. En Occidente se tardó en realizar la división de poderes entre el Estado y la Iglesia, pero por fin se hizo y conseguimos avanzar en el camino de la libertad. Aunque para ello nuestra Iglesia se haya tenido que llevar por delante a miles de "fieles" con su Santa Inquisición.

A lo que Berlusconi debe referirse es a que en nuestro sistema político, hoy en día la Iglesia no impone sus criterios, aunque pueda influir; los pecados son asunto privado y de la moral de cada uno. En los países con un poder Islámico son los Ulemas y el Corán quienes imponen, con un código del siglo VII, las normas de conducta de la sociedad, las leyes penales, los pecados son asunto público y castigados por la justicia, por lo tanto la libertad de la persona se ve coartada por el Imperio de la Ley Divina, de la ley de Alá.

Así nos encontramos con duros castigos corporales para ladronzuelos, amputaciones de manos, de pies, latigazos e incluso el apedreamiento para "delitos" como el adulterio, y no hay que irse a Afganistán para verlo, Arabia Saudí, Kuwait, Irán son países que aplican estas penas. No hablemos de la posición de la mujer en el mundo islámico, donde es obligada a llevar un velo que le oculte su rostro, donde se le impide su libertad de formación, expresión y se la considere una mercancía de intercambio.

Sencillamente, el sistema al que hemos llegado nos permite ser libres a todos, a decidir la forma de vida que deseamos, de optar por vestir, beber o jugar como lo deseamos y cuando lo deseemos. Tenemos un régimen de libertades que hasta permite que cualquier fascismo pueda tener su voz dentro del mismo, incluso cometer el error de darles el poder como en la Alemania nazi. Ojalá (que maravillosa palabra) no lo repitamos. En nuestra ciudad convivimos desde hace años las distintas religiones sin imponer unas sobre otras, no se nos hace extraño oír las campanas o al muecín o ver a un rabino; debemos ser ejemplo para el resto de la humanidad. Que ninguna se imponga bajo ningún concepto sobre otra, que la libertad de poder optar siga existiendo, que cuando mañana se inicie un nuevo día mis hijos puedan decidir en que iglesia rezar, si lo desean.

La escritora Oriana Fallaci, a quien no podemos acusar precisamente de fascista o de racista, lo ha expresado más duramente "estamos ante una guerra de religión. Una guerra que no mira a la conquista de nuestro territorio, quizás, pero que ciertamente mira a la conquista de nuestra libertad y de nuestra civilización. Al aniquilamiento de nuestra forma de vivir y de morir, de nuestra forma de rezar o de no rezar, de nuestra manera de comer, beber, vestirnos, divertirnos o informarnos..." . Puede que se pueda decir más alto, pero no más claro.

La libertad que tanto nos ha costado conseguir no vamos a dejar que se nos vaya por el resquicio de un nuevo totalitarismo disfrazado de religión. Por la defensa de nuestra libertad, ni un paso atrás.