lunes, 25 de febrero de 2002

¿ I.P.C. negativo?

La nueva medición del Índice de Precios al Consumo, el manoseado IPC, que viene a ser la fórmula magistral que mide la inflación que padece nuestra economía, nos ha producido el asombro de darnos un dato negativo. Lo que a lo vulgar sería decir que nuestros precios, a pesar de los pesares, han disminuido cuatro décimas en nuestra ciudad en el mes de enero en relación con los precios que teníamos en el mes de diciembre, eso es lo que dicen las estadísticas. Pero ya saben lo del pollo, del que se come uno, pero como somos dos, la estadística dice que cada uno se comió medio pollo; y el otro sigue muerto de hambre.

La principal diferencia de este nuevo método en relación con el anterior es la inclusión de las rebajas, ofertas y promociones que se dan en los meses de enero-febrero y julio-agosto, principalmente; además se ha adecuado la llamada cesta de la compra a un consumo más acorde con nuestras costumbres actuales, así han incrementado su peso productos como la telefonía móvil, los ordenadores o la comida preparada. Estos cambios están motivados por la homologación de los datos en la Unión Europea y estaban pactados desde hace cinco años. La primera fase se llevó a cabo en enero del 2.001, la segunda fase, en este mes de enero.

A pesar de estas permutas, los principales expertos y analistas económicos estimaban una subida de entre cinco y ocho décimas del I.P.C.; pues a pesar de las rebajas (normales en el grupo de vestido y calzados y ofertas en alimentación), se han incrementado otros precios y sobre todo impuestos (IRPF e IVA de pequeños empresarios, IVA del butano y de los peajes, las tasas de seguridad, los “impuestos” sanitarios sobre la gasolina, etc.) a los que añadir los efectos de la entrada del euro que se suponían iban a afectar al alza en los precios.

Sin embargo el dato dado por el I.N.E. ha sido negativo, los precios bajaron en enero. El problema surge cuando el Instituto no facilita los datos de las series equivalentes que permiten comparar los resultados obtenidos en términos históricos, tal como se había comprometido a hacer. Como sí se ha realizado con la Encuesta de Población Activa, de la cual se han facilitado los resultados con el método antiguo y con el nuevo, facilitando la comparación de los datos. Esta falta de información es la que levanta mayores sospechas sobre la credibilidad de los datos y el uso partidista, en beneficio de la política económica del gobierno, de los resultados. Además se han entregado con unos diez días de retraso de lo habitual ( el 12 ó 13 de cada mes).

Este resultado puede conllevar una serie de nefastas consecuencias para la credibilidad del I.N.E., hacedor del dato, y por ende para su uso como herramienta de comparación de la sociedad. El problema es que se limite la independencia del Instituto, como ya se ha hecho con otras instituciones en las que se suelen “cocinar” los resultados antes de facilitarlos a la opinión pública, para maquillar el dato en función de la coyuntura política y deseos de los gobernantes. En este caso al I.P.C. se enlazan multitud de convenios colectivos, pensiones, contratos, etc, y afecta considerablemente en nuestra economía y nunca se ha utilizado de una forma partidista para mejorar una política económica que tan solo ha ido a remolque de la evolución internacional y no ha sido capaz de tomar decisiones propias para mejorar nuestras estructuras económicas.

Como colofón, indicar que la directora del I.N.E. apunta que el I.P.C. anual sí es real ( ¿el mensual entonces?) y éste se encuentra en nuestra ciudad en el 3,2%, por encima de la tasa nacional. Que la tasa mensual, según indican fuentes del I.N.E. “no oficiales”, hubiese subido entre siete u ocho décimas, sin el efecto de las rebajas. Y que el cambio de euro no se notará en un solo mes, insisten los del I.N.E., sino que sus consecuencias se trasladarán hasta el mes de marzo, una vez se produzca la desaparición de la peseta y la obligación de la doble indicación de los precios.

La conclusión que se obtiene es que la inflación sigue descontrolada y que podríamos terminar el año en unas tasas por encima del 3%, lo que trasladado a nuestra ciudad podría llevarnos a una inflación cercana al 4%. Aseguren sus cláusulas de revisión automáticas.

lunes, 11 de febrero de 2002

Un plan de futuro.

Suele ser habitual que leamos en la prensa diaria o en revistas especializadas, que una ciudad o una comarca han conseguido romper la caída libre en que se encontraba su economía con un brusco cambio en sus estructuras productivas; cambios que permiten pasar de ser una sociedad en la que el paro, la emigración, el desarraigo, la violencia, iban incrementándose en cada medición de sus índices, y ahora son entidades en las que se genera empleo, sus saldos migratorios son positivos y su calidad de vida se incrementa.

En todos nosotros está presente el caso del Valle del Sílice en California, o un tanto más desconocido el profundo cambio surgido en la ciudad de Dundee en la costa escocesa. Esta ciudad basaba sus fuentes de riqueza en el yute, la mermelada de frambuesas y el periodismo; hoy en día su economía gira en torno a las ciencias de la bioquímica, la biomedicina y la biotecnología, generando un diez por ciento de la riqueza de la comarca, y se espera que en cuatro años dicho número se duplique, alcanzando un veinte por ciento de su actividad.

Todas estas sociedades no han realizado su cambio en una generación espontánea o de un golpe de suerte; todas han basado su desarrollo en un plan generado desde sus instituciones políticas, en las que se ha buscado el interés de la sociedad desarrollando una plan de acción que generara la suficiente riqueza y el consiguiente empleo, en definitiva que les diera un futuro donde poder realizarse como personas. En estos planes de futuro, todos los agentes sociales se han implicado porque entendieron que en ello les iba mucho, su posibilidad de poder seguir viviendo en su tierra con mejor calidad de vida y un desarrollo sostenible.

Hoy es lo que echo en falta en mi ciudad, tal como estamos, viéndoles las orejas al lobo, en una economía que no genera el suficiente empleo para los nuevas generaciones, donde nuestros jóvenes se encuentran sin futuro sino es el de vivir del presupuesto del estado o del municipal; o con gran inestabilidad en el empleo; donde no existen muchas salidas profesionales o el mundo de la delincuencia es mucho mas asequible; seguimos ensimismados en disputas infantiles sobre de quién es una idea o quién lo dijo antes, o si gracias a alguno se recuperó lo otro o por culpa de aquel se perdió lo de más allá; seamos más generosos y contribuyamos a darles un futuro a nuestros hijos; es bastante sencillo si las voluntades de todos y cada uno de nosotros empuja hacia él.

Tenemos la obligación de pergeñar un proyecto que conlleve la ruptura de nuestra obsoleta economía que no logra romper el círculo de destrucción de empleo, puesto que las políticas de turismo no han logrado atraer a los suficientes visitantes como para generar un sector que pueda considerarse como motor de la economía; ni el puerto ha conseguido romper su tendencia de satélite de otros; ni el comercio típico o atípico ha logrado generar la corriente económica suficiente para ser válvula de escape de nuestra sociedad. Estamos atados a la sopa boba del presupuesto, a lo que algunos nos quieren condenar, pues un funcionario lo es en cualquier sitio.

En manos de nuestro Ayuntamiento está el crear las bases para el desarrollo de nuestra ciudad, sin su esfuerzo decidido para levantar la economía será imposible, es necesaria su intervención. Ideas creo que no faltan, ahora pongan voluntad.

lunes, 4 de febrero de 2002

Un plan de formación ocupacional.

Leía recientemente unas declaraciones de un líder sindical sobre la necesidad de exigir en los concursos públicos que conlleven la generación de puestos de trabajo, la reserva de un cupo de empleos para trabajadores que se encuentren en la situación de desempleados y con residencia en la ciudad, al igual que otras administraciones públicas exigen conocimientos de ciertas lenguas para concurrir a determinados concursos, argumentaba el defensor de los trabajadores.

Sin entrar en la valoración que de la igualdad de oportunidades hace nuestro respetable sindicalista, ya que nuestra Constitución la ampara y ha sido y es referente de la izquierda; considero que existe una equivocación a la hora de plantear el dilema, pues no creo que la solución a los problemas de los parados sea el poner cortapisas a la libertad de acceso a un puesto de trabajo a otras personas en razón de su lugar de residencia; mas bien hay que analizar cuáles son las características de nuestros parados y cuales son las necesidades de nuestro mercado de trabajo e intentar que ambas se aproximen lo más posible. Con ello se conseguirá reducir el paro en nuestra ciudad, siempre y cuando se creen puestos de trabajo, que esa es otra cuestión bien distinta.

Actualmente el sector económico que mayor empleo puede generar en nuestra ciudad es el de la construcción, debido a las numerosas obras que hay en marcha y las nuevas adjudicaciones(construcción de viviendas, polideportivos e incluso podríamos llegar a construir un hospital y un helipuerto) pueden producir un mayor incremento de la actividad necesitando un mayor número de trabajadores. El problema está en que dichos trabajadores deben estar especializados en algún oficio, no ser meros peones para acarrear materiales o vigilar las obras. Si conocemos cuáles son esas necesidades demos a nuestros parados una formación acorde con los puestos que exige nuestra economía, si necesitamos encofradores, prepárense a nuestros desempleados para ello, si lo que se necesitan son electricistas, fórmense.

Si conocemos a nuestros parados, a través del INEM, y sabemos las necesidades del mercado de trabajo (licitaciones oficiales, licencias de obras, etc.) no creo que sea muy complicado el crear un plan de formación ocupacional que permita asignar unos recursos formativos a través del Forcem, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y el de Educación, junto con el Ayuntamiento para dar a nuestros parados un mínimo de formación que les permita acceder a un puesto de trabajo ( más de un tercio de nuestro parados no han tenido empleo, y cerca del 40% son menores de 30 años).
¿Cuántos cursos en el ramo de la construcción han desarrollado a través de sus fundaciones los sindicatos en el año 2.001? ¿Y en el ramo del turismo? ¿O todos los parados van a ser administrativos informatizados? Los sindicatos y la patronal también tienen herramientas que les permite ayudar a los desempleados a conseguir un puesto de trabajo. ¿Cuántas Escuelas Taller o Casas de Oficio ha promocionado el Ayuntamiento? ¿Qué política de fomento del empleo tiene nuestro ayuntamiento? Aparte de la colocación de los estómagos agradecidos y de la creación de Cooperativas sociales para realizar unas tareas asumidas por la Comunidad ( y de las que habría que hablar largo y tendido).

Una vez tengamos a nuestros parados formados seguro que las empresas que obtienen los concursos los contratarán y que no será necesario ninguna limitación a nuestras libertades para frenar el paro, lo único es saber utilizar las herramientas que tenemos a nuestro alcance.