domingo, 16 de noviembre de 2003

¿Son tan maléficos los impuestos?

En nuestra sociedad, el imperio del pensamiento único y su economía ultraliberal nos está sometiendo a la idea de que los impuestos, aquella parte de nuestros ingresos aportamos a los gastos comunes de nuestra vida en colectividad, son algo maldito, como si fueran una pena que debemos expiar en este purgatorio terrenal que nos ha tocado sufrir. Así han imbuido al común de los mortales que sólo puede ser beneficioso aquel político que prometa la disminución de tan lamentable lacra que son los impuestos.
Siguiendo esta nueva máxima llegada del Olimpo americano, nuestro Partido Popular se ha convertido en el defensor de la “bajada de impuestos” y ha provocado que hasta los partidos de la oposición se hayan subido al carro declarando como ideal de nuestra izquierda el proyecto del tipo único en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).
A tal monto llega el engaño que nuestro partido gobernante nos repite constantemente que han reducido los impuestos y los datos son tan obstinadamente perversos que indican lo contrario; según las Estadísticas de los Ingresos Públicos de la OCDE (organismo nada sospechoso), el porcentaje de ingresos obtenidos por el estado ha pasado a ser del 32,8% del Producto Interior Bruto (PIB) en 1995 a un 35,6% en el 2002, la presión fiscal en España se ha incrementado casi tres puntos porcentuales del PIB en la etapa de gobierno de nuestro Partido Popular, lo que supone un incremento del 8,54%. ¿Dónde están sus aclamadas rebajas de impuestos? El primer error que cometen es el confundir fiscalidad con el impuesto sobre la renta; dentro de las cuestiones tributarias hay que incluir los distintos impuestos indirectos, que gravan principalmente el consumo, y las cotizaciones sociales. En segundo lugar, la capacidad redistributiva del estado no sólo está en su voracidad recaudatoria, como quieren convencernos, sino también en su posibilidad de gasto público, pues esta segunda parte es fundamental para conseguir los objetivos de justicia social que nuestro gobierno tiene impuestos por nuestra Constitución.
¿Qué es lo que ha ocurrido? Pues muy sencillo, nuestro gobierno popular ha reducido los impuestos directos (IRPF, Impuesto de Sociedades, Impuesto de Sucesiones), aquellos que gravan en función de las ganancias de cada uno; aunque si se estudian las tablas del IRPF, se detecta que éstas no alcanzan a igualar la tasa de inflación de los años anteriores, por lo que esa reducción es más que dudosa. Sin embargo se han incrementado los impuestos indirectos, los que soportan las acciones de consumo y que son mucho más injustas; mientras que las cotizaciones sociales se han mantenido más o menos constantes. Según la Comisión Europea la composición de los Impuestos españoles en 1990 era la siguiente: 33,14% de Impuestos Directos; un 29,68% de Impuestos Indirectos y un 37,18% de Cotizaciones Sociales; en el año 2000, la composición es: 29,58% de Impuestos Directos; 32,68% de Impuestos Indirectos y 37,75% de Cotizaciones Sociales.
Todos los estudios reflejan que si el IRPF es un impuesto progresivo en el cual quien más tiene más aporta, los impuestos indirectos (el IVA, o en nuestro caso más aún el IPSI) reflejan que son unos impuestos regresivos, y quienes menos tienen contribuyen más con este tipo de imposición. Es decir la reforma fiscal del Partido Popular ha consistido en que los que más tienen paguen menos a costa de que las clases medias y bajas de este país aporten lo que no hacen sus amigos. Si a ello añadimos la parte de redistribución social que tienen los gastos que realiza el estado y que no han parado de reducirse, podemos entender cuál es el efecto sobre la justicia social que ha provocado nuestro popular gobierno. Si algo nos debe quedar claro en un debate fiscal es que el Partido Popular ni ha bajado, ni bajará los impuestos, lo que ha realizado es un cambio en la fiscalidad que ha perjudicado a la inmensa mayoría de los ciudadanos en beneficio de unos pocos. Lo que sí debemos entender es que pagar impuestos es bueno y que debe ser un acto socialmente plausible, e incluso afectar a una parte importante de nuestros ingresos si queremos disfrutar de un estado del bienestar generoso con una buena sanidad, una excelente enseñanza, una buena seguridad, una pensiones dignas, etc. y añadan ustedes sus necesidades (la media que aporta cada ciudadano de la Unión Europea supone un 40,5% del PIB; y en países como Suecia superan el 50%, pero descubrámonos ante su nivel de vida). Pero lo que sí debemos exigir a nuestros gobernantes es que gestionen nuestro dinero de la mejor forma posible y sobre todo que todos paguemos por todo, el evasor de impuestos es un delincuente y como tal hay que perseguirlo.

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