sábado, 9 de noviembre de 2002

Otro tipo de política económica.

A finales del pasado mes de octubre ciento ochenta y un economistas españoles han hecho público un manifiesto en defensa de otra forma de hacer Política Económica. Este documento expone en tres sencillos folios cuál es la verdadera situación en la que se encuentra nuestro país y cuáles deberían ser las soluciones a aplicar para poder cambiar la estructura económica de nuestra sociedad, sin necesidad de transportarnos a un mundo de ilusiones y fantasías.

La descripción es tan demoledora y tan fundamentada en datos que poco puede argumentarse en defensa de esa “España va bien” que nuestro partido gobernante quiere vendernos. En tan sólo dos años, el ritmo de crecimiento se ha reducido en un cincuenta por ciento ( de tasas superiores al 4% estamos haciéndolo por debajo del 2%); la inversión en bienes de equipo está en tasas negativas (con lo que conlleva de reducción de crecimientos futuros), al igual que las exportaciones; la inflación crece al doble que el Producto Interior Bruto ( y sin entrar en comparaciones con nuestros vecinos) y el paro se situa en los niveles de hace tres años; tan sólo la construcción hace crecer a nuestra economía, porque el turismo, gallina de los huevos de oro de nuestro desarrollo nos la estamos cargando al mantener un turismo de masas a precios de élite.

Nuestro Gobierno no ha sabido aprovechar de la forma adecuada la incorporación de España a la moneda única, las altas tasas de crecimiento económico y de estabilidad ( apoyadas en acuerdos entre Sindicatos y Organizacioens Empresariales, no se olvide) no han sido dirigidas hacia las reformas estructurales que permitieran reducir las distancias que en infraestructura, investigación y desarrollo, capital humano o inflación nos separan del resto de Europa, por no hablar de gasto social, educativo o sanitario (que nuestro partido gobernante desea privatizar).

Y ahora ante la mayor ampliación de la Unión Europea se hacen más necesarias que nunca para poder alcanzar el nivel de desarrollo de nuestros socios y nuestro Gobierno nos sorprende con unos Pesupuestos Generales del Estado basados en unas magnitudes macroeconómicas que han sido puestas en duda hasta por el amaestrado Banco de España. Unos presupuestos que se fundamentan en cumplir con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento europeo cuando el resto de socios andan buscando unas políticas presupuetarias cíclicas que permitan remontar la marcha de la economía sin necesidad de llegar a los unos niveles de déficit público desorbitados. Como ejemplo podríamos poner al ultraconservador Bush que de defensor a ultranza del libre mercado ha pasado a ser un valedor nato de las ideas kynesianas (pero de derechas) y un superavit de 127.000 millones de dólares, lo ha transformado en un déficit de 165.000 millones de dolares mediante el incremento de las políticas de seguridad y defensa; concede ayudas a las empresas aéreas, los agricultores y el cierre de su mercado a sectores como la metalurgia o la madera. Mientras nosotros seguimos siendo más papistas que el Papa.

La liberalización de mercados de la que tanto se pavonea nuestro gobierno central ha provocado que tengamos los servicios más caros de Europa, puesto que sus intervenciones en los mismos han consistido en en la defensa de los intereses de los oligopolios existentes (agua, gas, electricidad, teléfono, erc.) en contra de los usuarios. La política económica debe luchar contra el permanente incremento de los precios a través de una mayor liberalización y competencia en los mercados y con un Tribunal de Defensa de la Competencia más independiente.

El gasto social por habitante representa el 63% de la media europea y ocupamos el último lugar en políticas de protección a la familia y ahora, tras seis años de gobierno, las medidas aprobadas recientemente favorecen las rentas más altas, puesto que son deducciones sobre impuestos retenidos (se deducirán los que los hayan pagados). Menos mal que nuestro partido gobernante iba a defender a la familia como base de nuestra sociedad occidental.

La política fiscal y preupuestaria deben ser las bases del cambio estructural de nuestra economía, motivado por la cesión a la Unión Europea de nuestra capacidad de intervención en la política monetaria y en el tipo de cambio, aquéllas deben dar el impulso necesario para que antes de que se produzca la nueva ampliación de la Unión Europea, podamos avanzar en la convergencia.

Al menos queda la esperanza de que el "pensamiento único" empieza a desquebrajarse y que nos encontramos con voces discordantes que discrepan de la realidad económica virtual con la que nuestro Gobierno encandila y eso, hoy en día es signo de ilusión.

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