El 7 de febrero de 2001, rendidas y enfermas las
huestes del GIL, el Partido Popular alcanzaba sus últimos objetivos y junto con
el Partido Democrático y Social, el Partido Socialista Obrero Español y cinco
tránsfugas del Grupo Independiente y Liberal, nuestro “pequeño, dulce y
marinero” Sr. Vivas era alzado a la poltrona del Ayuntamiento saltándose la
ley, lo que a partir de entonces se convirtió en una pauta para nuestro ínclito
edil.
Hace
casi un mes que se acaban de cumplir dieciséis años de tan nefasta fecha, pero
debido a la actualidad no ha sido posible ahondar en este período que, si
algunos consideraban como la etapa más fructífera de nuestro período
democrático, la historia la juzgará como la que ha hundido a nuestro pueblo en
la mayor de las miserias. La efeméride,
otras veces aclamada a los cuatro vientos, ha pasado desapercibida este año,
debido al sumo placer que
siente nuestro inepto primer edil de rodearse de condenados, sancionados,
expedientados o investigados, el llamado “Caso Loma Colmenar” ha sumado dos más
a esa larga lista y no le ha dado tiempo a celebrarlo como debe, pero ya saben
que el Sr. Vivas se ha enterado por la prensa, que él no sabía nada, que claro
que oía rumores, incluso recibía en su despacho a personas que le ponían en
antecedentes, pero él no es nadie para preguntarle a su Vicenconsejero de
Vivienda de dónde sacó ese más que curioso patrimonio, prefería mirar hacia
otro lado.
De esa moción de censura, en la que estuvieron
implicadas las más altas esferas del Estado, quedan más cuestiones del lado
obscuro, que de luz y taquígrafos que una democracia debería exigir: desde cómo
se aceptó saltarse la ley, pues nuestro Estatuto deja bien claro quién puede
ser elegido Alcalde y quién no puede serlo; hasta los acuerdos para que esas
cinco personas aceptaran mudar de bando y sobre todo a cambio de qué se
consiguió que Doña Aida Piedra Rubio, la única persona que podía hacer triunfar
la moción de censura, decidiese firmarla.
Quizás nunca lo sepamos, a pesar de la rimbombante Ley de transparencia, pues
ella misma hace posible cerrar el arcón de la información y lanzar la llave al
fondo del estrecho.
Cuando se cumplía el primer cuatrienio, publicaba un
artículo titulado Cuatro años de ¡Vivas! ,
transcurridos doce años más, sigue tan vivo como entonces (el artículo) en muchas
de sus cuestiones, en las que ha quedado desfasado es porque la situación ha
empeorado, la única razón por la que la ciudad no ha avanzado es por la falta
de un proyecto a lo largo en este aciago período. Ni el Partido Popular, ni por
supuesto este pequeño Napoleón que padecemos como Alcalde, saben qué quieren
hacer con este pueblo.
Hacer balance de una larga etapa sin encontrar algo
positivo es frustrante, quizás es que sea demasiado exigente o que sé que mi
pueblo podría haber estado de otra forma muy distinta si se hubiera puesto mayor
capacidad de trabajo, se hubiera invertido en proyectos productivos y sobre
todo se hubieran puesto a las personas más adecuadas en cada momento. Pero
nuestro ínclito Alcalde ha preferido rodearse mejor de una Corte de los
Milagros que le adulara que de un equipo
que contribuyera al desarrollo de nuestra ciudad.
Señala el Sr. Vivas que su mayor logro político es la
“estabilidad”, y se remonta, para
intentar conseguir algo de “auctoritas”, a toda la democracia, indicando que
antes que él, el caos y sin él, la ruina; en un burlesco intento de convertirse
en líder in pectore de una ciudad que empieza a descubrir sus trucos de vulgar
trilero. Y de la “potestas” ningún ejemplo ha dado saltándose el primero la
ley.
Se hace creador de una “estabilidad política” basada en
la continuidad en el cargo. Bien debería entender nuestro inefable Alcalde que
comprar voluntades con el presupuesto municipal, no es generar estabilidad,
sino un régimen caciquil en el que se ha mantenido a base de prebendas; una
prolongación de su estatus que se acabará en cuanto vean que ya no pueden
obtenerlas de este tahúr presupuestario.
Se arroga una estabilidad institucional que ni siquiera
sabe qué significa, el ser sumiso con su partido cuando gobierna en Madrid y
condescendiente cuando lo hacen otros, no es darle una seguridad a la
organización, tan sólo es colocar al Ayuntamiento de Ceuta como un títere, al
que no se le supone ni objetivos ni por supuesto estrategias para conseguirlos. La institución que dice
presidir se merece mayor respeto, no se puede hoy apostar por una solución para
nuestro Ayuntamiento y mañana la contraria porque su partido político ha
decidido que no es el momento de llevarla a cabo cuando ellos gobiernan; si
hubiera tenido un mínimo de dignidad y sobre todo una gran consideración por
nuestro Ayuntamiento se hubiera marchado en cuanto sintió las primeras
presiones de su partido.
Y por último se apropia de una supuesta estabilidad
financiera que tan sólo su ingeniería contable la hace realidad. Una
institución que depende de que le tapen su agujero a través de transferencias
cogidas con pinzas de leyes presupuestarias, de convenios con ministerios sujetos
a la arbitrariedad del titular o de compensaciones de impuestos irrealmente
hinchados, no tiene ningún equilibrio. Más aún, el desequilibrio financiero es
mucho peor que el existente cuando se hizo cargo de las arcas municipales, la
Burocracia que ha montado se lleva el 40% del presupuesto, prácticamente
duplicándose el coste sin haberse asumido nuevos servicios; los impuestos que
deben ser compensados por Madrid se han aumentado con la incorporación de los
hidrocarburos.
La estructura de recursos financieros que se ha
inventado, en vez de sustentarla en el coste real de los servicios que presta a
los ciudadanos, en los que se basa la financiación de los demás entes
territoriales, ha preferido fundamentarla en unos hipotéticos ingresos que son
compensados cuando no se cubren, que ha sido siempre por supuesto, lo que le
permite aplicarlos en aquellos fines que mantienen a su Corte de los Milagros y
no a los servicios ciudadanos, unos servicios que ha ido desmantelando a lo
largo de su perniciosa etapa.
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