Nuestro Partido Popular (PP), desde que llegó al poder, ha entendido que el
acometer cualquier tipo de obra presupone que tienen una idea de desarrollo
económico para nuestro pueblo y que con ello se conseguiría cambiar la fisonomía
de la ciudad, de ahí que se hayan dedicado a acometer cuantas obras han podido y
el presupuesto les ha permitido aunque sólo fuera para maquillar el aspecto que
presenta nuestra urbe, puesto que los cambios en nuestra estructura económica no
parecen llegar a una sociedad que los necesita como agua de mayo. Para esos
cambios, nuestros gobernantes prefieren las mesas, las reuniones, los comités y
las comisiones con todos y cada uno de los estamentos sociales y económicos, a
ver si mareando la perdiz consiguen no tomar ninguna decisión y así lograr
llegar a las próximas elecciones con la imagen de haber hecho algo sin hacer
nada.
De todas estas actuaciones que lleva a cabo nuestro Ayuntamiento sí
se conocen las fechas de inicio de las obras, sin embargo en la inmensa mayoría
de ellas la fecha de finalización se pospone día tras día, que en algunos casos
llegan a ser meses, si no son años. Y puede comprobarse en el Desdoblamiento del
Paseo de las Palmeras, en el Puente del Cristo y en la obra emblemática del
Hospital, de la que ahora nos enteramos que están paralizadas debido a que han
encontrado unas rocas en el subsuelo que obligan a una nueva demora y, como no,
a un incremento de los costes de la construcción que abonará religiosamente el
ministerio de turno.
Supongo que en excepcionales casos estas dilaciones
pueden tener una base razonable, basadas en cuestiones técnicas o meteorológicas
imprevisibles, pero en el resto, que son casi la totalidad, no acabo de entender
las causas que provocan el alargamiento de las obras. Se supone que cuando se
realiza el pertinente concurso para otorgar la actuación se realiza una
planificación con un desarrollo en el tiempo de cada uno de los trabajos a
realizar y así conocer cuál es la supuesta fecha de finalización y el coste que
supone en horas y de ahí, sumando el coste de los materiales, el valor final.
Pero para realizar esa planificación es necesario primero haber realizado un
análisis detallado de la obra. Y para que la empresa constructora cumpla con el
plan trazado deben imponérsele unas cláusulas sancionadoras por retraso, para
evitar que se incumplan los plazos previstos. Y por los resultados que se
obtienen en las obras municipales hay que concluir que o las causas
imprevisibles aparecen más que en cualquier otro lugar del mundo o la
planificación no se realiza o las empresas toman a nuestro ayuntamiento como el
pito del sereno y realizan las obras a su libre albedrío.
Todos estos
retrasos no sólo tienen un coste social para los ciudadanos que deterioran su
calidad de vida, sino también en unos mayores costes económicos, pues suponen
una mayor cuantía de la prevista para el erario público, debiéndose reducir de
otras inversiones y traduciéndose en una mala gestión al no utilizarse los
fondos públicos con la eficacia necesaria para darles el mejor resultado y un
coste económico para muchas empresas que se ven afectadas por las obras al
impedirles efectuar sus actividades con normalidad u obligarlas a buscar
soluciones transitorias de menor eficiencia en sus resultados empresariales.
Debería nuestra primera autoridad empezar a controlar mejor las obras que
encomienda y exigir el cumplimiento de las planificaciones de las obras para
evitar que sigamos perdiendo nuestros impuestos en “cuestiones técnicas o
meteorológicas imprevisibles”.
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