domingo, 2 de febrero de 2003

La ampliación europea: una refundación posible.

La ampliación de la Unión Europea hacia el este con la incorporación para el próximo año de Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia y la República Checa quedando para un ingreso posterior Bulgaria y Rumania y sin fecha la euroasiática Turquía, abre la posibilidad de lograr una nueva Europa, una Europa que se base en valores democráticos y en compromisos de un futuro en común.

La actual extensión hacia la Europa Oriental supone el replantear todos los fundamentos en que se basa la comunidad europea: sus límites geográficos, su viabilidad financiera, su eficacia institucional o incluso su propia identidad. El iniciar un debate sobre todas estas cuestiones no es solo saludable sino absolutamente necesario para poder afrontar con garantías de éxito la mayor ampliación de la historia de la Unión y que supondrá el fin de las dos Europas.

Todas las ampliaciones que se han efectuado han conllevado consigo la realización de modificaciones para adaptarse a las nuevas situaciones provocando que las que se hicieron de una forma precipitada supusieran un proceso de maduración complicado. La primera que se llevó a cabo (Gran Bretaña, Irlanda y Dinamarca) provocó el euroescepticismo británico de la señora Tatcher y su exigencia del cheque británico para compensar sus aportaciones y el no danés al Tratado de Maastricht. La inclusión de Grecia implicó la asunción de sus problemas internacionales (Chipre y Turquía) sin que hubiera una contrapartida clara para el resto de los socios.

La ampliación hacia el sur (España y Portugal) es la primera que se realizó con un planteamiento sólido antes de la entrada de los dos países. Los tres principales problemas de la comunidad en ese momento se afrontaron con decisión aportando unas soluciones que permitieron superar el enfrentamiento entre los tres grandes países de la unión (Alemania, Francia y Gran Bretaña), así se solventó el problema financiero, se acometió la reforma agraria y se solucionó la mayor aportación británica. Nuestra incorporación nos permitió consolidar nuestra democracia y abrir nuestra depauperada economía a un gran mercado; pero también la Unión Europea consiguió con esta ampliación dar un impulso decisivo hacia un concepto de una Europa más unida resolviendo el dilema entre ampliación y profundización, se consiguió cambiar la estructura del presupuesto comunitario derivándolo de su dependencia agrícola hacia las políticas de desarrollo regional (dichosos los pedigüeños Fondos Estructurales) que conlleven la convergencia de las zonas más subdesarrolladas. Igualmente la extensión hacia el norte (Suecia, Finlandia y Austria) supuso un cambio en la comunidad europea, los escandinavos introdujeron su modelo social del estado del bienestar, su defensa del medio ambiente y su neutralismo.

Cuando en las ampliaciones se han solucionado con antelación los posibles problemas que los nuevos socios plantean a los existentes, han supuesto un éxito para Europa, no sólo desde el punto de vista de la incorporación sino también desde el de la profundización en la integración en una Europa común. En la actual ampliación que se acometerá en el año 2.004 los problemas no se han resuelto con anticipación sino que únicamente se han encauzado para buscar solución conforme se va produciendo la integración de estos países ( el atraso de Polonia, la cuestión chipriota, la zona de Kaliningrado, el vecino ruso o la despechada Turquía).

Incluso el debate sobre la identidad europea, los rasgos que nos unen o nos enfrentan, se ha desplazado hacia la búsqueda de elementos culturales y religiosos en los que cimentar el freno a la expansión hacia Turquía o el Mediterráneo; la Europa del futuro no puede basarse en unos principios de enfrentamiento, sino en los valores democráticos y de defensa de los derechos humanos, deben buscarse los principios que nos unan y que nos permitan un desarrollo estable y duradero. Debe incluirse una visión más social de Europa y no tan mercantilista, crear la Europa de los ciudadanos no la Europa de los mercaderes, una comunidad que facilite la participación de una forma directa de la persona en las decisiones de una Europa en común, es decir que nos dejen decidir sobre nuestro futuro. Quizás la “Constitución Europea” pueda empezar a ser el basamento sobre el que construir una Europa Unida de los Ciudadanos.

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