domingo, 26 de enero de 2003

Cláusula de revisión: un instrumento obsoleto.

En esta semana sindicatos mayoritarios y patronal dieron por cerrada la negociación en la que estaban inmersos de cara a renovar el Acuerdo para la Negociación Colectiva del presente año, este pacto, como una continuación del anterior, es la mejor de las noticias que para nuestra política económica se ha producido en los últimos tiempos, dado que nuestro responsable del área se encuentra ausente de sus tareas sumergido en la más gratificante lucha sucesoria e imposibilitado para tomar decisiones que reconduzcan nuestra torpedeada economía.

A pesar del incumplimiento por parte de los empresarios del acuerdo del año anterior, nuestros sindicatos han tenido una visión de estado, de la que carece nuestro actual gobierno mas preocupado por su continuación en el poder que por arreglar los problemas estructurales de nuestra sociedad, y superando las presiones que desde dentro y fuera de sus organizaciones se han realizado, han conseguido sacar adelante un concierto que beneficia ampliamente a nuestra economía basándolo en una moderación salarial que conlleve una implicación de los empresarios en inversión y empleo.

La principal conculcación del Acuerdo anterior la ha realizado el Gobierno al incumplir por cuarto año consecutivo su previsión de inflación, con lo que durante todo el año los asalariados han visto mermado su poder de compra y los empresarios están obligados al final del ejercicio a elevar sus costes dos puntos porcentuales, gracias a la inexistencia de una política antiinflacionista de nuestro durmiente gobierno. También la patronal ha vulnerado voluntariamente su parte del pacto, puesto que el Acuerdo hacía referencia a que las mejoras de productividad no acabasen en su totalidad en incrementos salariales sino que se transfiriese hacia un incremento de las inversiones o una contención de los precios, buscando como resultante el crecimiento del empleo; así mientras las subidas salariales se han mantenido dentro del marco en que se pactaron y los incrementos de productividad han estado por encima de lo esperado, el nivel de las inversiones se ha visto reducido y sobre todo en capítulos tan esenciales para el futuro como el de bienes de equipo, clave no sólo para la creación de empleo sino para mejorar nuestra competitividad y con ello volver a asegurar el empleo futuro; el esfuerzo realizado en la moderación salarial por parte de los trabajadores tampoco se ha visto reflejado en los precios y nuestros empresarios han disparado los márgenes buscando una rápida rentabilidad a corto plazo sin tener en cuenta la reducción de nuestra capacidad exportadora al incrementar los precios, y lastrando con ello nuestras posibilidades de desarrollo; igualmente el empleo ha visto reducido su índice de creación y el paro ha aumentado como no lo hacía desde el año 1.993, sin tener en cuenta el repunte de la temporalidad en el empleo que se ha generado.

Para colmo un alto cargo del gobierno indicaba que las cláusulas de revisión salarial eran un instrumento obsoleto, propias de sindicatos anclados en posturas de hace treinta años; lo que el alto cargo no señala es que estas cláusulas están plenamente vigentes en países tercermundistas que no disponen de una política económica seria que impide afrontar con rigor cualquier tipo de negociación y lo que desconoce nuestro alto cargo es que gracias a la introducción de estas condiciones en los convenios se logró reducir los índices de inflación de nuestra economía y acercarla a nuestros socios europeos, cosa que nuestros actuales gobernantes están desaprovechando y provocando mayores recelos en nuestras organizaciones sociales. Cómo cree nuestro alto cargo que serían las negociaciones de los convenios si no existieran estas cláusulas de salvaguarda y lo que se pusiera encima de la mesa no fueran las previsiones sino la tasa de inflación estimada por entidades independientes o la del año anterior, estaríamos hablando de incrementos salariales del 4 ó 6 % , el doble de lo firmado provocando con ello un nuevo tirón de precios, una nueva reducción de la competitividad, un mayor incremento del paro, etc.

Debemos agradecer a nuestras organizaciones sociales, sobre todo a nuestros embaucados sindicatos, el esfuerzo realizado para tomar unas verdaderas medidas de política económica que hacen frente a una tasa de inflación obsoleta, aunque sea luchando con obsoletas herramientas.

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