sábado, 18 de enero de 2003

Inflación: Otro desastre del Gobierno.

La tasa de inflación de la economía española, medida por el Índice de Precios al Consumo (IPC), ha acabado el año 2.002 al 4%, el doble de la previsión estimada por el Gobierno y a casi al doble de la media de la Unión Europea (el 2,2%) por no compararnos con nuestros principales clientes (Alemania o Francia); en nuestra ciudad hemos acabado a una tasa algo menor que la nacional (el 3,8%).

Nuestro Gobierno nos ha vendido su actuación económica como la más brillante y laureada de su proyecto político: nuestra economía, crece; nuestro empleo, crece; nuestro déficit público, no existe; nuestros impuestos, disminuyen. Pero nuestra economía crece fundamentalmente por la aportación de los Fondos Estructurales (el último dato de incremento del Producto Interior Bruto fue del 1.8%, los estudios coinciden en admitir que las aportaciones de la comunidad europea a nuestra economía rondan el punto y medio del PIB); nuestro empleo no crece lo suficiente para asumir nuestro crecimiento vegetativo; el déficit público nos conduce a unos peores servicios y a una creatividad contable que hace aparcar en otras instituciones las deudas del Estado; y los impuestos no disminuyen, nuestra tasa de presión fiscal se ha incrementado por el efecto de los impuestos indirectos en varias décimas. La economía ha ido bien cuando la situación internacional lo ha permitido, cuando los vientos han empezado a soplar en contra, empieza a hacer más que aguas.

El responsable del área económica está inmerso en la lucha sucesoria por lo que su atención a las cuestiones de los precios u otros asuntos de la crematística que afecten a sus posibilidades hereditarias son mínimas. Las culpas al “enemigo exterior”, el petróleo, o al “complot judeo-masónico” (autonomías o distribuidores comerciales) o la “codicia” de ciertos sectores empresariales, como el hostelero, y por último reconocen que el redondeo del euro ha afectado en algo a la inflación: éstas han sido las objetivas razones que se dan desde el ministerio para justificar una ausencia total de política antiinflacionista; indicándonos que “el mes que viene se producirá una disminución de la tasa de inflación”; como si nos hubiéramos caído de un guindo. Sin embargo no se han tomado medidas correctoras que permitan abrir mercados como el de la distribución eléctrica o del gas; en noviembre se prometieron nuevas disposiciones que incluían la liberalización total de los horarios comerciales, la flexibilidad de la apertura de nuevos establecimientos o acciones que permitían el incremento de la competencia en la distribución; medidas que no se han tomado por parte del ministerio porque son totalmente impopulares entre los pequeños comerciantes, base electoral del partido gobernante (está en juego el trono, no es cuestión de tener a tus votantes en contra).

Nuestro responsable de Hacienda efectúa la política contraria que exigiría cualquier estrategia de lucha contra la inflación: se suben los impuestos indirectos, que provocan el incremento de precios, y reducen los impuestos directos, con lo que el ciudadano al ver su disponibilidad monetaria elevarse realiza un mayor consumo, provocando una presión sobre los precios al existir una mayor demanda. Si a ello añadimos que nuestra política de cambio está en manos de la Unión Europea (ya no podemos incrementar nuestra “productividad” con una devaluación de la moneda) y el Banco Central Europeo aplica la política monetaria inversa a nuestras necesidades (bajos tipos de interés que facilitan los créditos cuando necesitamos todo lo contrario) difícilmente este año alcanzaremos tasas de inflación cercanas a la media europea (no ya a las previsiones del Gobierno) pero si en los últimos cuatro años, previsión y realidad inflacionaria han ido por separado, no hay quinto malo. Lo único que seguimos perdiendo es competitividad y en el 2.004 se producirá la ampliación a 25 miembros de la Unión Europea y nosotros estaremos con la pandereta de las elecciones generales y así a ver quién es el guapo que le pone el cascabel al gato.

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