sábado, 21 de septiembre de 2002

¿Quo vadis aedelis?

Cuando terminaba de perfilar mi colaboración de esta semana, me llegaba la noticia de la dimisión presentada por los dos miembros del gobierno local acusados por el ministerio Fiscal de graves delitos de desórdenes públicos. En ella solicitaba a nuestra primera autoridad el cese inmediato de estos dos concejales pues la credibilidad democrática de su persona estaba en entredicho, ¿cómo se puede gobernar con dos acusados de hechos tan graves que dinamitan las bases de la convivencia democrática?

Consideraba que cuando nuestros concejales le eligieron como nuevo alcalde hace ya más de año y medio, muchos fuimos los que pensamos que por fin alguien con sentido común se sentaría en el sillón de nuestra primera autoridad. Y ello a pesar de nombrar entre sus responsables a cinco tránsfugas que huían de la quema de su partido y que única y exclusivamente ven la política como una forma de enriquecimiento personal.

Aún así gran parte de la población le dio su respaldo, como hubieran hecho en las elecciones si él hubiera sido quien encabezara las listas electorales de su partido. Su sentido de la responsabilidad, su entrega, su capacidad de gestión, le hacían la persona más apta para el cargo de Alcalde, esfuerzos y voluntad no le faltan.

Pero ahora nos encontrábamos ante una situación que hubiese necesitado una respuesta mucho más rápida de nuestra primera autoridad. Al cúmulo de problemas en la gestión diaria de sus responsables, totalmente descoordinados y sin ningún proyecto común‚ se había unido la implicación de dos miembros de su gobierno en un sumario en el que se solicita pena de cárcel por delitos muy graves. Salvando la presunción de inocencia que exige nuestra Constitución, nuestro Alcalde debería haber retirado‚ ipso facto‚ las responsabilidades de gobierno de estos dos concejales luego la justicia determinará si son o no culpables de los delitos que el ministerio fiscal les imputa.

Es elogiable que sus dos ediles hayan presentado la dimisión, pero también deberíamos saber cuáles han sido los compromisos adquiridos en las conversaciones mantenidas entre le P.P. y el P.D.S.C. para llegar a comprender por qué han tardado tanto en presentar su renuncia.

Las dudas empiezan a surgir en la opinión pública. Si la teoría del Partido Popular es la de cesar a todos aquellos implicados por el ministerio fiscal en graves delitos hasta que el juez determine su culpa, ¿por qué se ha tardado tanto en este caso? ¿cuáles son las “deudas” que tiene contraída este partido con estos señores? ¿quién es el agitador ideológico de tales acciones, es que quizás se oculta en sus propias filas? ¿es qué se ha pactado el silencio de alguien? Quizás el conocimiento de esas conversaciones demostrara que el Partido Popular desea continuar en el poder cueste lo que cueste, por encima de cualquier ética, de cualquier moral‚ que lo único que importa es seguir contentando a ese grupo de personas que necesitan de un cargo público‚ o a esos grupos de presión que rodean al gobierno local en pos de sus intereses económicos.

Quizás nuestro alcalde se ha vuelto maquiavélico y considera que el fin justifica los medios o quizás sea rehén de su propio partido‚ porque son ya muchos los sapos que se ha ido tragando para seguir en el cargo; unos‚ provocados por la aceptación de una herencia de sus aliados políticos tránsfugas del GIL; otros‚ derivados de la política de confrontación total que utilizó su partido contra el anterior gobierno con todos los medios a su alcance; y otros mas‚ originados por algunos miembros de su partido en sus ansias por cobrarse los esfuerzos realizados y, por lo tanto‚ debidos.

Ante tantos problemas nuestra máxima autoridad ha ido bandeando el temporal como ha podido, pero esta vez el asunto es más grave por la implicación política que tiene la cuestión si continuaran los dos responsables acusados de graves delitos.

Esto no es tener que salir, día sí y día también‚ en defensa de una concejala a pesar de su inexistente política o de marcarla con su talón de Aquiles para evitar mas tropelías; no es tener que apoyar a miembros de su gobierno que intentan aunar, con el mayor de los descaros, sus intereses personales con los de la ciudad; no es tener que defender a concejales que aun siendo de su grupo, ni se sabe donde están; ni tener que defender los pagos a sus aliados políticos (antes enemigos) a pesar de que sus propias bases se lo recriminan ( y hasta su vocero se lo reprocha). Ustedes están imponiendo la norma del todo vale, puede que hasta legal, pero totalmente amoral, aquí está en juego la credibilidad de la democracia, y por tanto la suya; si no es capaz de discenirlo, su talante democrático se habrá visto empozoñado por las ansias del sillón municipal.

Todavía está a tiempo para que sus conciudadanos sepan que el poder no le ha cegado, rectifique y saldremos ganando.

No hay comentarios: