lunes, 5 de agosto de 2002

Las lecciones de la Isla del Perejil.

Tras la vuelta al “statu quo”, según nuestro Gobierno, de la Isla del Perejil es necesaria la reflexión sobre ciertas cuestiones que se han puesto en evidencia en el transcurso de la crisis por la soberanía de la misma. Una meditación que me hace sacar ciertas conclusiones que deberían hacernos cambiar toda nuestra estrategia en política exterior.

En primer lugar, nuestro nuevo Centro de Información Nacional, antiguo CSID, ha quedado completamente en entredicho al ni siquiera intuir la posibilidad del desembarco en el islote. Debería hacernos pensar sobre los recursos que se invierten para tener informaciones de primera mano sobre nuestro posible mayor enemigo, informaciones que se facilitan a otras embajadas para que aprueben o en el peor de los casos toleren ciertos actos como el que comentamos, son completamente desconocidas por nuestros servicios de información. Todavía no ha presentado la dimisión ni ha sido cesado ningún responsable de nuestros servicios de información; debe ser que nuestro Gobierno está conforme con las actuaciones seguidas por sus dirigentes.

En segundo lugar, el conflicto del islote ha demostrado la ineficacia de nuestros acuerdos de defensa, tanto con la OTAN como con nuestro principal aliado Estados Unidos. La OTAN rápidamente definió la situación como un conflicto bilateral y llamó al entendimiento de las partes; a pesar de que en esos mismos días varios buques de nuestra armada estaban realizando maniobras bajo el mando de la OTAN, nuestros supuestos aliados optaron por mirar hacia otro lado. Por lo que dice el acuerdo de adhesión a la OTAN, nuestras fuerzas armadas tienen la obligación de defender el territorio asiático de Turquía si sufre un ataque externo y ninguno de nuestros socios ha movido un solo dedo para defender la integridad territorial de España.

Igual sucede con nuestro acuerdo defensivo con Estados Unidos, mientras nuestras bases son utilizadas para las acciones del Golfo Pérsico, Afganistán o Kosovo o como depósito de armas nucleares; nuestro principal aliado no está obligado, por lo que hemos observado, a intervenir en nuestra ayuda ante un conflicto como el de Perejil. Su actuación de conciliador entre las partes debería hacer reflexionar a nuestros políticos con relación a nuestro pacto secreto con este país, sobre todo si recordamos que nos prohibió utilizar su armamento en el conflicto del Sahara y dio su apoyo con asesores militares a nuestro vecino país.

En tercer lugar nuestros aliados económicos más parecían los de Marruecos, excepto Dinamarca que tomó una postura rotunda, el resto remolonearon para evitar dar su apoyo, lo que demuestra que no existe una política común y que siguen primando los intereses nacionales, sobre todo los de la “grandeur” francesa, quien obligó a incluir a la africana Argelia mientras fue su colonia en los pactos de defensa de la OTAN, a ver si aprendemos a realizar acuerdos.

Como vemos la crisis del islote ha quebrado toda nuestra política exterior, pues nuestros aliados militares no lo son tanto y los económicos solo lo son cuando a ellos les interesa. Ello debería generar un nuevo planteamiento de la misma donde primen nuestros intereses y aunque en todo proceso de negociación hay que ceder no seamos nosotros los que cedamos en todo si obtener nada a cambio. O a lo mejor lo que ocurrió es que nuestro Gobierno, como dijo nuestro Vicepresidente Rajoy, cree que nuestro vecino está a tan sólo 14 kms. de España y por ello eso del Perejil no iba con nuestra soberanía sino con un nuevo acto de descortesía en nuestras relaciones, quizás sus primos le deberían indicar a nuestro Vicepresidente que entre Marruecos y España no hay ni siquiera un metro de distancia.

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