lunes, 14 de enero de 2002

Un mundo feliz.

Stanley Kubrick inspirado en la lectura de El Centinela de Arthur C. Clarke filmó su obra maestra 2.001: Una Odisea en el espacio. El ingenioso Clarke, observando el filón monetario que se le venía encima, noveló la película, haciéndose un escritor popular gracias al séptimo arte. Como escritor dispone de cuantiosos secretarios que le siguen ampliando su vasta obra literaria, mientras él se dedica a la gestión de su extenso patrimonio desde Sri Lanka.

Así si para unos el año 2.001 se acercaba a la visión de una odisea especial, su descripción parecía más bien el mundo feliz que nos describe Aldous Huxley (¿quién hace el papel de Henry Ford? ¿Quizás Don Manuel Fraga? Aquel del Libro Blanco y del “no nos vamos sin mas”). A lo mejor a nuestros próceres les molesta que en nuestro país exista la libertad de expresión y que periódicos como el decano dignifiquen la función de medio de comunicación y no la de mero vocero de su señor.

Hablar de “compromiso ético” en la moción de censura debe ser una metáfora apreciada en los círculos literarios de la ciencia ficción pero que más se acerca, por su forma de realizarse y de gestionarse, a la picaresca de nuestro Buscón o incluso a algún capítulo de La Celestina. Negociar con unos tránsfugas una moción de censura puede tener su razón política, pero lo realmente ético hubiera sido que se quedaran fuera del equipo municipal, sin responsabilidades de gobierno y sin su corte de estómagos agradecidos instalada en los sillones del poder.

En cuanto a las relaciones con otras administraciones es significativo que se señale su mejora, puede ser que se deba a que las tiranteces dentro de su casa sean tan grandes que tiene que decir que se llevan bien. Si entre ellos no logran “mejorar” las relaciones habría que preguntarse entonces con quien las iban a mejorar.

La firma de protocolos, convenios y demás actos administrativos entre compañeros de partidos mas se asemeja a una campaña de publicidad que a un plan concreto que sirva a los intereses del desarrollo de nuestra ciudad.

No parece que el diálogo y la moderación sean las directrices de los nuevos gestores de la Ciudad, mas bien el monólogo y la imposición sean las claves que dirigen los designios del Ayuntamiento, y vayan como ejemplos los trabajadores de Procesa, la Asociación Coral o los investigadores de las tortugas bobas (hay más pero no quiero ser exhaustivo).

La herramienta de gestión de la Ciudad mas que contener el gasto innecesario y superfluo, se dedica a pagar canongías por los servicios prestados. Las inversiones se basan en proyectos conjuntos con otras administraciones que sirven mas para el lucimiento personal que para romper con unas estructuras económicas obsoletas que no llevan a generar el suficiente empleo en el municipio.

El “estatus autonómico” de nuestra ciudad por mucho que nos lo quieran imponer no es el mismo que el de un murciano, un asturiano o un riojano. Por no hablar de las autonomías “históricas”. No tenemos los mismos derechos políticos que ellos, luego mi capacidad de decisión está cercenada, mientras no adquiramos ese derecho seguiremos jugando en segunda B.
La españolidad se demuestra con hechos no con palabras grandilocuentes, si el gobierno de la nación nos considera tan española y tan autonómica como a las demás tierras de este país donde en todas y cada una de ellas se va a realizar algún acto relacionado con la Presidencia de la Unión Europea, que se traiga a nuestra ciudad o a nuestra vecina Melilla alguno de ellos. Porque las palabras se las lleva el viento y lo que te dije en barranco hondo como no me conviene me torno, que decía mi madre.

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