sábado, 5 de abril de 2003

Ética

Recuerdo cuando el Partido Popular estaba en la oposición hablaba de la regeneración democrática que nuestra sociedad necesitaba, nos señalaba la exigencia de abrir las ventanas para que un aire renovado y puro entrara en nuestra casa y la oreara de las impurezas con las que los anteriores dirigentes habían impregnado nuestra joven democracia; nos decían que combatirían la corrupción, los nepotismos, el clientelismo al que nos había llevado el uso monopolístico del poder a través de dar transparencia a la gestión, hacer participar a los ciudadanos en la vida política y restablecer las libertades cercenadas por el abuso de la mayoría absoluta. Pero ahora nos encontramos con las mismas prácticas en el partido gobernante.

Si nos atenemos a nuestro gobierno local podemos decir que su actitud ha estado totalmente alejada de cualquier tipo de ética o ,al menos, de una moralidad acorde con los comportamientos entendidos por la sociedad como correctos. Empezaron por decirnos que la moción de censura al gobierno del Grupo Independiente Liberal (GIL) era un “compromiso ético” con la ciudad, utilizaron todas las armas a su alcance para derribarlo, aunaron el esfuerzo de todas las fuerzas democráticas para conseguir la moción de censura, pero en el pacto, cuya gestación parecía basada en algún capítulo de La Celestina, colocaron a cinco tránsfugas en puestos de responsabilidad asemejándolo al reparto del botín tras incruenta batalla. Lo verdaderamente ético hubiera sido dejarlos fuera del equipo municipal, evitando que la ciudadanía pensara que se trataba de un conciliábulo para seguir con las prebendas a los que fueron más rápidos en abandonar el barco a la deriva; seguro que de esta forma hubiera tenido los apoyos necesarios para sacar adelante cualquier gestión por poco exigente que fuera, pero sus intereses de partido primaron sobre los de la ciudad.

Enseguida empezaron las huidas de quienes veían cómo sus intereses personales se contradecían y hasta podían llegar a ser descubiertas ciertas contradicciones con la ley, lo que provocó la deserción de un “consejero”, la dimisión de un vicepresidente, que se transformó en una simple marioneta para alzar la mano cuando se le indicara en el resto de la legislatura. Con posterioridad otros dos consejeros debieron dimitir tras ser acusados por la fiscalía de graves delitos contra la convivencia, tras un tira y afloja que duró una semana tras negociar unas contraprestaciones que les permitiera continuar con su vida política, porque más de uno se negaba a dejar el cargo quizás pensando que sólo había cumplido con su parte del trato.

Un mes más tarde nuestro extraviado representante en el Congreso saltaba a la palestra por compaginar sus actividades públicas como diputado en nuestras cortes y las privadas como asesor de una empresa de seguridad, entremezclándose los intereses públicos con los privados sin ser legalmente incompatible, pero moralmente reprensible, a pesar de ello se vio presionado a dimitir, no como representante de nuestra cámara de diputados, que hubiera sido lo ético, sino como asesor de la empresa privada.

Por último y esperemos que como broche final de esta corporación municipal, un nuevo concejal se ve obligado a dimitir por ciertas irregularidades en su gestión por el abuso de la contratación directa. Esta vez hasta con lágrimas en los ojos se despedía quien durante casi cuatro años ha tenido a su cargo la concejalía de Participación Ciudadana, Juventud y Festejos, pero tampoco deja su puesto de concejal. Lo único que ha faltado ha sido la placa por los servicios prestados de nuestro Alcalde en una grandiosa cena homenaje. Parece como si el concejal no tuviera ninguna responsabilidad en esa gestión, como si fueran los ediles que exigieron una auditoría los culpables de la concesión directa de los trabajos, este señor en el ejercicio de su responsabilidad pública ha efectuado unas contrataciones de forma directa a personas de su círculo más cercano, lo que ha realizado es una irregularidad que posiblemente tenga connotaciones penales, sin embargo hasta se alaba su forma de gestionar.

Esta situación demuestra que nuestra primera autoridad no ha controlado en ningún momento la gestión de nuestro Ayuntamiento, que a pesar de su gran capacidad profesional la falta de un equipo técnico que llevara las riendas ha provocado estas circunstancias de descontrol. El aliarse con personas que entienden la política como una conjunción de los intereses personales sobre los públicos conlleva estos problemas de corrupción que se deberían haber evitado desde un principio porque cuando uno se encuentra manejando un presupuesto público lo primero que debe haber es transparencia, que se conozca a donde va hasta la última peseta y hacerlo de la forma más correcta.

Pero el Partido Popular lo único que desea es continuar en el poder cueste lo que cueste, por encima de cualquier ética, de cualquier moral, que lo único que importa es seguir contentando a ese grupo de personas que necesitan de un cargo público o a esos grupos de presión que rodean al gobierno local en pos de sus intereses económicos. Quizás esté equivocado y nuestra primera autoridad se haya vuelto maquiavélica y considere que el fin justifica los medios o quizás sea rehén de su propio partido porque son ya muchos los sapos que se ha ido tragando para seguir en el cargo: unos provocados por la aceptación de una herencia de sus aliados políticos tránsfugas del GIL; otros derivados de la política de confrontación total que utilizó su partido contra el anterior gobierno con todos los medios a su alcance; y otros más originados por los miembros de su partido en sus ansias por cobrarse los esfuerzos realizados para conseguir el poder. Esperemos que las urnas permitan de una vez por todas orear la casa.

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