lunes, 11 de febrero de 2002

Un plan de futuro.

Suele ser habitual que leamos en la prensa diaria o en revistas especializadas, que una ciudad o una comarca han conseguido romper la caída libre en que se encontraba su economía con un brusco cambio en sus estructuras productivas; cambios que permiten pasar de ser una sociedad en la que el paro, la emigración, el desarraigo, la violencia, iban incrementándose en cada medición de sus índices, y ahora son entidades en las que se genera empleo, sus saldos migratorios son positivos y su calidad de vida se incrementa.

En todos nosotros está presente el caso del Valle del Sílice en California, o un tanto más desconocido el profundo cambio surgido en la ciudad de Dundee en la costa escocesa. Esta ciudad basaba sus fuentes de riqueza en el yute, la mermelada de frambuesas y el periodismo; hoy en día su economía gira en torno a las ciencias de la bioquímica, la biomedicina y la biotecnología, generando un diez por ciento de la riqueza de la comarca, y se espera que en cuatro años dicho número se duplique, alcanzando un veinte por ciento de su actividad.

Todas estas sociedades no han realizado su cambio en una generación espontánea o de un golpe de suerte; todas han basado su desarrollo en un plan generado desde sus instituciones políticas, en las que se ha buscado el interés de la sociedad desarrollando una plan de acción que generara la suficiente riqueza y el consiguiente empleo, en definitiva que les diera un futuro donde poder realizarse como personas. En estos planes de futuro, todos los agentes sociales se han implicado porque entendieron que en ello les iba mucho, su posibilidad de poder seguir viviendo en su tierra con mejor calidad de vida y un desarrollo sostenible.

Hoy es lo que echo en falta en mi ciudad, tal como estamos, viéndoles las orejas al lobo, en una economía que no genera el suficiente empleo para los nuevas generaciones, donde nuestros jóvenes se encuentran sin futuro sino es el de vivir del presupuesto del estado o del municipal; o con gran inestabilidad en el empleo; donde no existen muchas salidas profesionales o el mundo de la delincuencia es mucho mas asequible; seguimos ensimismados en disputas infantiles sobre de quién es una idea o quién lo dijo antes, o si gracias a alguno se recuperó lo otro o por culpa de aquel se perdió lo de más allá; seamos más generosos y contribuyamos a darles un futuro a nuestros hijos; es bastante sencillo si las voluntades de todos y cada uno de nosotros empuja hacia él.

Tenemos la obligación de pergeñar un proyecto que conlleve la ruptura de nuestra obsoleta economía que no logra romper el círculo de destrucción de empleo, puesto que las políticas de turismo no han logrado atraer a los suficientes visitantes como para generar un sector que pueda considerarse como motor de la economía; ni el puerto ha conseguido romper su tendencia de satélite de otros; ni el comercio típico o atípico ha logrado generar la corriente económica suficiente para ser válvula de escape de nuestra sociedad. Estamos atados a la sopa boba del presupuesto, a lo que algunos nos quieren condenar, pues un funcionario lo es en cualquier sitio.

En manos de nuestro Ayuntamiento está el crear las bases para el desarrollo de nuestra ciudad, sin su esfuerzo decidido para levantar la economía será imposible, es necesaria su intervención. Ideas creo que no faltan, ahora pongan voluntad.

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