domingo, 19 de noviembre de 2006

La Bandera

Se cumple este año el setenta y cinco aniversario de la publicación de la novela La Bandera de Pierre Mac Orlan y para conmemorarlo la Editorial Almuzara, presidida por el ex-ministro Manuel Pimentel, ha vuelto a editarla en su colección Noche Española con prólogo de David González y traducción y epílogo de Mariano Tudela. Tras la recuperación que hiciera Pepe Esteban (a quien algún día habría que agradecerle la rehabilitación de tantos escritores proscritos por la Dictadura) en el año 1.974, nada se había vuelto a saber de esta novela de aventuras del francés Pierre Dumarchey (verdadero nombre del autor) hasta esta nueva edición.

Mac Orlan, a pesar de crear en sus novelas un mundo de aventuras lleno de piratas, pícaros, soldados de fortuna, delincuentes y prostitutas, y autor del espléndido “Pequeño manual del perfecto aventurero”, no fue un gran viajero, uno de los pocos viajes que realizó en su vida, lo trasladó hasta Andalucía y el norte de Marruecos, gira que también le llevó a nuestra ciudad, le sirvió para crear un libro de reportajes Legionnaires (no conozco ninguna traducción al español) en 1.930 y numerosas crónicas sobre el Protectorado Español en Marruecos que le sirvieron para subsistir, y una de sus obras mayores La Bandera, junto con El muelle de las brumas, El ancla de la misericordia y El canto de la tripulación.

La Bandera es una novela sobre la Legión española, que se desarrolla en lugares tan cercanos a nosotros como Dar Rifien, Tetuán o en la propia Ceuta, en un cuerpo que forma parte de nuestra historia. Un delincuente francés de poca monta, Pierre Gilieth huye de la policía de su país y se esconde en el barrio chino barcelonés, del que Mac Orlan nos hace una descripción realista de ese Distrito Quinto de la Ciudad Condal perdido hoy. Allí, para buscar una forma de olvidar su pasado, se alista en un banderín de enganche que lo traslada hasta nuestra ciudad y de ahí al cuartel de la Legión en Dar Rifien. Perseguido por un enigmático policía secreta, Juan Moratín o Fernando Lucas, se desarrolla la acción entre la lucha de descubrir al delincuente u olvidarla y dejar que Gilieth pueda encontrar una nueva vida, una nueva oportunidad que nunca tuvo antes. Entre medio los amores del francés con la mora Aisha y los deseos de Lucas por poseerla, pero sobre todo mucha aventura en las luchas coloniales de nuestra España. La descripción de los ambientes cuarteleros y prostibularios son magistrales, así como la de los cafetines morunos.

Entrañable es la definición de nuestra ciudad que realiza Mac Orlan, cuando el protagonista arriba en el barco: “Se veían con claridad las casas de Ceuta.(...) Ceuta, en un principio, se ofrecía como un pueblecito andaluz”. E incluso parece que el tiempo no ha pasado “Toda vida pública de Ceuta se desparramaba entre la entrada del Paseo Pulido [Revellín], frente a los jardines, hasta la Plaza de los Reyes.” “...subían y bajaban por la calle José Luis Torres y el Paseo de Pulido hasta los jardines que dominaban el puerto [Jardines de San Sebastián]. Con el busto inclinado sobre la baranda de piedra contemplaban el mar y el horizonte. Cuando el tiempo lo permitía era posible contemplar el peñón de Gibraltar. Era una satisfacción.” Incluso nos describe nuestro “barrio prohibido”: “Este reducido barrio prohibido no se diferenciaba de los demás de la costa europea sometidos al mismo pintoresquismo mediterráneo. Las guitarras rasgaban la noche para preludiar a las saetas, a las coplas sentimentales, exaltadas, que ascendían en la noche pura como altas llamas para apagarse de repente absorbidas por la tierra cálida. (...) El viejo pintoresquismo popular andaluz se refugiaba tímidamente en estas callejuelas (...)”.

De esta novela, creo Julien Duvivier una obra maestra del séptimo arte, la homónima La bandera, con Jean Gabin en uno de sus mejores papeles interpretativos como Gilieth, y Robert Le Vigan en el papel de Lucas y el imponente atractivo de Annabella como Aisha. Película que fue rodada en 1.935 con el Gobierno del Frente Popular, cuenta el propio Mac Orlan que gracias a la intervención del general Franco fue posible grabar la película en los escenarios donde transcurren, el propio cuartel de Dar Rifien y la interpretación de todo un Tercio formado cantando la canción del Legionario.

Si pueden conseguir la novela, les recomiendo que se lean esta magnífica aventura de un aventurero pasivo que fue Mac Orlan y pasarán unos entretenidos momentos paseando por las descripciones de nuestra ciudad en los principios de los años treinta del siglo pasado, algo que no ha cambiado mucho.

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